Este domingo que no se le pase la hora. Busque el control remoto, termine de preparar la picada. Apúrese. Ya casi son las 21:00. Con una cerveza en la mano y el fixture de nominados en la otra encienda la tele con los dedos libres que le sobran. Busque el canal, haciendo zapping desesperado. Ya no se acuerda cuál era TNT porque no mira cable y en Netflix no lo dan.
Pasando entre películas basura y publicidades de shampoo aparece la enérgica y familiar cara de Axel Kuschevatzky y Liza Echeverría. Son nuestros paladines latinoamericanos que llevan el destello y el glamour de la alfombra roja a todos los hogares del continente con una memoria enciclopédica y un encanto abrumador.
Este domingo 4 de marzo se celebra la edición número 90 de los Premios Oscars, los premios de la Academia de Hollywood que buscan celebrar a las mejores películas y a los destacados artesanos de la industria del cine. Una celebración que inició en 1929 en un salón del Hollywood Roosevelt y que tuvo como gran ganadora a la película Wings (William A. Wellman). La dinámica de los premios se fue transformando a lo largo del tiempo. Durante los primeros años se conocían a los ganadores meses antes, muy alejado del suspenso y tensión de hoy en día al momento de abrir el sobre. Inclusive, existió una categoría a Mejores Títulos, premiando a los intertítulos que describían el diálogo de los personajes en las películas mudas.
La noche del Oscar es televisada en vivo desde 1953. Ahí estamos todos pegados a la pantalla, desde los que sueñan, con esmero, llegar ahí algún día y los que miran para ver a sus actores favoritos por mero cholulaje. Entre terna y terna nunca faltan los chistes del presentador, rol difícil de cumplir para un público difícil de agradar. Grandes conductores de televisión y actores han ocupado este puesto desde Bob Hope, Johnny Carson, Ellen DeGeneres y David Letterman pasando por los desmpampanantes Billy Crystal, Steve Martin y Whoopi Goldberg. Este año renueva contrato Jimmy Kimmel tras un buen desempeño la edición pasada controlando el timón entre las críticas a la administración Trump y la poca inclusión de actores negros con el #OscarSoWhite. Nunca faltan los comentarios picantes al clima político del momento o a problemáticas que sobrevuelan al establishment de Hollywood. Este año haga este ejercicio, cuente cuántas veces son nombrados Harvey Weinstein, Kevin Spacey o el presidente de EE.UU. Haga rayitas, cuadraditos como en el truco. Use el método que prefiera, la sorpresa será la misma.
Siempre algo raro sucede en los Oscar, algún echo que le da sazón a la noche. Por ejemplo, Marlon Brando no se presentó a la ceremonia y fue una mujer la que subió a buscar su premio a Mejor Actor por The Godfather, denunciando el maltrato a la comunidad aborigen por parte de la industria del entretenimiento. O recuerdese a Roberto Begnini saltando de emoción sobre su asiento al conocerse que La vida es bella como la ganadora del Oscar en Lengua Extranjera. Halle Barry casi muere de un ataque al oir su nombre, y las palabras no llegaron a la boca del verborrágico Joe Pesci que se refirió al público con un simple pero sincero “Es un privilegio para mi, gracias”. Indescriptible fue la cara del público cuando Shakespeare in love venció a Saving Private Ryan como Mejor Película, cuando sería el film de Spielberg el que marcaría a generaciones venideras.
No hay cosa más linda para un cinéfilo que invertir horas de su día viendo premiaciones pasadas en YouTube. La reproducción en aleatorio nos lleva de paseo a conocer la algarabía, los llantos y la sobriedad de los galardonados. A mi parcer, el mejor discurso lo dio Dustin Hoffman en 1980 al ganar como Mejor Actor por Kramer vs Kramer:
“Todos reimos cuando estamos aquí arriba, algunas veces para agradecer. Pero cuando trabajás en una película uno descubre que hay personas que están dando una parte artística de ellos mismos que va mas allá de un cheque. Y ellos nunca están aquí arriba y muchos no son miembros de la Academia y nunca escuchamos de ellos. Pero creo que este Oscar es un símbolo dado para apreciar a aquellas personas que nunca vemos. Ellos son parte de nuestra vida.”
Este año hay varios Oscars cantados. Gary Oldman se llervaría el premio a Mejor Actor por su caricatura de Wiston Churchill en Darkest Hour. Roger Deakins merecería recibir el oro, tras 14 nominaciones a Mejor Fotografía, aunque la primer nominación a una mujer en esta categoría podría marcar un definido cambio de época (Rachel Morrison por Mudbound). Meryl Streep tiene su asiento en la primera fila asegurado y, también, sus nominaciones, sumando 21 como la mujer más nominada a la categoria Mejor Actriz. Pero ese premio se lo disputan, cabeza a cabeza, Sally Hawkins y Frances McDormand. Coco tiente olor a Oscar desde el día que hicieron el primer dibujo y Sam Rockwell merece una estatuilla tan solo por su histrionismo. Un dato que pasó desapercibido es que John Williams acumuló 51 nominaciones, siendo la persona viva más nominada. Sin dudas, el compositor más importante de nuestro tiempo.
Los premios a Mejor Película en Idioma Extranjero son como el Mundial, solo hay que alentar por un país y celebrar su victoria como si fuera un gol. Este año nos ponemos la camiseta de Chile porque pobres, si no van a ir a Rusia, al menos esperemos una alegría con Una mujer fantástica. En los pasillos se comenta que la rusa Loveless y la libanesa The Insult también tienen chances. ¿Alguien mira los cortos animados y documentales? Ya lo dijo Louis C.K: “Estos chicos no van a ser así de ricos como ustedes en toda su vida. Estos Oscar importan porque cuentan historias que importan. Ustedes también pero, también, se hacen ricos”. Los premios de guión son complejos dado que los trabajos ternados están siempre, por lo general, a la altura de las circunstancias. Las diferencias entre Mejor Edición de Sonido y Mezcla de Sonido búsquelas en un libro, pase lo que pase una misma película gana los dos.
Guillermo Del Toro espera entrar al Panteón de los directores, un deseo que lleva 25 años de carrera, aunque voces insidiosas amenazan con el nombre de Jordan Pelee. Sin importar quien de los dos lo gane, este premio revalidaría el lugar que ocupa el cine de género en Hollywood. Por cierto, en un año en que las mujeres fueron protagonistas, se acordaron a último momento de Greta Gerwig con su historia de adolescencia galopante y madres al borde de un ataque de nervios, siendo, recién la quinta directora nominada en 90 años de premios. Christopher Nolan (Dunkirk) seguirá mirando desde el banco y la nominación a Paul Thomas Anderson (The Phantom Thread) dejó boquiabierto a más de uno.
Todos esperan que este año Warren Beaty y Faye Dunaway no sea los encargados de abrir el sobre del Oscar a Mejor Pelicula. ¿Prevalecerá la incorrección política y la crítica social de Three Billboards Outside Ebbing, Missouri o la fábula monstruosa de The Shape of water? Todavía hay alguien por ahí haciendo campaña por Get Out. Si bien el cine bélico ha sido uno de los géneros más prósperos en la Historia de los premios, Dunkirk no tiene oportunidades, pese a su potencia cinematográfica. La indie Lady Bird debe irse satisfecha con el camino recorrido, mucho más Call me by your name, de inentendible nominación a esta categoría. Quien escribe le prende una velita al Tío Spielberg con The Post, a sabiendas que fue incluida por su insoslayable llamado de atención al clima político del momento. ¿Darkest Hour? Zzzzzzzz.
La música empieza a sonar ¿Encontró el control remoto? Suba el volumen. Si tiene suerte y sabe inglés, prenda el SAP. Los Oscar ya llegaron. Se cierran las apuestas. Esperemos que las canciones sean entretenidas y que no se hayan olvidado de nadie en el In Memorian. Se acabó el tiempo de dabatir a flor de piel sobre la importancia de muchas de éstas películas, ya pasó un año y nadie se acuerda de Moonlight, por suerte.
Sólo resta aguantar hasta las 2 AM.
It’s Showtime, Folks!